domingo, 28 de diciembre de 2008

NAVIDAD


Mi primo Alberto ha copiado algunos escritos míos, para enviar a sus amigos los tradicionales saludos navideños.
Como retribución copio parte de lo escrito por él en esos mensajes, en una obligada referencia que debo hacer de la navidad.

Navidad: muy lejos de la fiesta popular es una festividad religiosa, una creencia muy profunda que el ser humano puede experimentar. Es su FE. Esa virtud o fuerza interior que permite al hombre superar situaciones adversas o lograr objetivos en nombre Dios. Creer.
Así me lo hizo vivir mi padre quien no dejaba de concurrir a la misa de Gallo (así la llamaba) a las 0 hrs. del día de Navidad. Mi hermano y yo lo acompañábamos y luego volvíamos a festejar el cumpleaños de Jesús con toda la familia reunida. Ese sentimiento de la Navidad no me abandonó nunca. Hoy sabemos que los modelos de sociedad conspiran contra los modelos primarios de familia y es muy difícil preservar, a mi modo de ver, la verdadera alegría de la Navidad. Que no sólo son deseos de amor, paz y prosperidad.
Creo que a pesar de todo hemos logrado mantener a la Familia unida en torno a la buena mesa, que no es aquella de los ricos manjares, sino de los buenos sentimientos y deseos para nuestro prójimo.

AUTOR: Luis Alberto Rodríguez

jueves, 25 de diciembre de 2008

CRISTO DEL PERDÓN



Nuestra parroquia se llama “Cristo del Perdón” y esa es la imagen que la preside.
El nombre refiere a un instante supremo en la vida del Redentor.
Alguien que estaba desde el principio y antes aún de los tiempos, se encarnó en un cuerpo, se hizo humano con una misión específica.
Durante esa Vida, generadora de vida, se produjeron muchos hechos prodigiosos.
Jesucristo fue engendrado en un cuerpo virgen. Ya desde ese vientre se le anunció a Juan el Bautista que se estremeció de gozo. El anciano Simeón y la profetisa Ana supieron su destino en cuanto lo vieron.
De muy joven sorprendió a sabios y sacerdotes con una sabiduría que no era común ni siquiera en los ancianos.
En su bautismo, el Espíritu Santo se manifestó anunciándolo a los hombres. Durante su ministerio curó enfermos, caminó sobre las aguas, multiplicó los panes, resucitó a los muertos…
Pero nada de eso era la misión que venía a cumplir. Sólo eran gritos, llamados de atención para un mundo que se apartaba de los caminos de Dios, pese a las advertencias de los profetas. Hasta que se encontró con su Cruz.
Dice la saeta andaluza: “No puedo cantar, ni quiero,/ a ese Jesús del madero/ sino al que anduvo en la mar”. El hombre sensato no quiere la Cruz, la rechaza. Prefiere al Cristo milagroso, al que cree triunfante. Pero, como dirá San Pablo, el cristianismo es “locura”. El verdadero triunfo de Cristo radica en la Cruz.
Después de ser vendido, humillado y azotado debió cargar con su Cruz. Pero no era una cruz que le perteneciera, sino que tomó todos los pecados del mundo –nuestros pecados– para convertirse en el cordero sacrificado que habría de redimirnos.
Cuando en el camino al calvario, su cuerpo herido no pudo más, un hombre cualquiera del pueblo le ayudó con su carga.
El Cristo aparentemente vencido fue más humillado: se lo despojó de sus ropas en una cultura que rechazaba y castigaba la desnudez y hasta la sola vista de la desnudez ajena.
Ese Cristo desnudo, herido, humillado, indefenso, fue clavado en esa cruz ajena pero que le pertenecía por su propia decisión.
Los clavos en medio de las manos, como muestran las imágenes que se han creado a través de los tiempos, las hubieran desgarrado por el propio peso del cuerpo. Esos clavos debían haber estado en la muñeca, en medio de un tendón que habrá estremecido de dolor al Salvador.
Absolutamente sólo (porque no hay mayor soledad que la del pecado y Él llevaba todos nuestros pecados, pasados y futuros), sigue siendo insultado y escarnecido. En el interior de su cuerpo se producen desgarros. Sus pulmones oprimidos dejan de tomar aire y, cuando la muerte se acerca, el instinto de supervivencia estira sus piernas. Nuevamente respira y el sufrimiento vuelve a comenzar el ciclo.
Allí se produce el acto supremo. Un instante antes de la muerte, dirige su mirada a su Padre pidiéndole: “Perdónalos, no saben lo que hacen”.
Ese es el momento que recoge la cruz que preside nuestra Parroquia. Contemplémosla.
No le pidamos a ese Cristo del Perdón, milagros ni el alivio de nuestras penas. Ayudémosle, con alegría, a llevar su Cruz.
Todo lo demás se nos dará por añadidura.

lunes, 1 de diciembre de 2008

TESTIMONIO


Creo firmemente que Dios obra milagros. A veces son portentosos, colosales y otras tan pequeñitos que no parece que lo fueran. A veces los milagros producen efectos en toda la humanidad y otras en los seres más insignificantes de la tierra.
A veces los milagros se disfrazan como descubrimientos de la ciencia y otras como casualidades.
Creo en todo eso, pero me rehúso a hablar de ello para no alimentar cierta religiosidad más teñida de superstición que de fe. No quiero tampoco que la religión se convierta en un trato comercial: yo me porto bien y rezo lo suficiente y, a cambio, Dios produce milagros, cura enfermos y provee el sustento diario.
Nuestra acción y nuestra oración no pueden estar condicionadas por los resultados ni condicionar a Dios para que retribuya nuestro esfuerzo.
Pero si creo que nuestras acciones y nuestra oración (especialmente la oración comunitaria) agradan a Dios y elevan al ser humano.
La oración con fe es, por si misma, una gracia de Dios, independientemente de los resultados materiales y visibles que produzca.

Después de haber pasado por un clínico y dos cardiólogos, estoy tratándome en la Fundación Favaloro a causa de una hipertensión arterial sostenida. Se me había diagnosticado una dilatación muy grande de la aorta con posible afección en el cayado. Se me ordenaron otros estudios para conocer el tamaño del aneurisma en la aorta descendente y así determinar si había que intervenir quirúrgicamente.
El pasado 11 de noviembre, el padre Américo Aguirre ofició, en nuestra parroquia una misa por los enfermos y al finalizar impartió el sacramento de la Unción.
Cuando impuso su mano sobre mi cabeza, sentí una sensación que no en fácil de describir. Podría decir que fue como una energía que desde su mano bajaba hasta el suelo en forma de cono (para ilustrar, digamos que tenía la forma del manto de la Virgen de Luján) No sólo yo tuve tal sensación, sino que todos los presentes, ungidos o no, salimos de allí sabiendo que algo muy fuerte había sucedido.
Los estudios que debía realizarme comenzaban al día siguiente de haber recibido la Unción. Hice todo tal cual me pidieron y el 29 de noviembre llevé los resultados a la cardióloga. Mientras miraba los estudios y comparaba con los anteriores, daba muestras de aprobación y de alegría. Al fin me dijo: “Es increíble, pero está muy bien. En los estudios anteriores había una gran dilatación de la aorta que ahora ha desaparecido”. Le conté que la presión había bajado y que me sentía muy bien. Me tomó la presión y ante su cara de asombro supuse que había aumentado (la vez anterior era de 19-12). Hasta que volvió a decir: “Es increíble: 11-7”.
Era tanta la alegría y el asombro que mostraba, que supuse que en la anterior visita no me había dicho toda la gravedad que tenía la afección. Me ordenó otros estudios “por las dudas”. Al irme, me acompañó hasta la puerta y me despidió con un beso. Cuando salí escuché que decía como para sí: “¡Qué suerte!”. Ni ella misma lo creía.

Creo que es el momento de dar testimonio. No sólo me he curado por la unción y por la imposición de manos que hizo Américo, sino también por las oraciones que mis amigos elevaron a Dios durante todo este tiempo. Y como hacedores de esas oraciones debo incluir no sólo a los católicos como yo, sino también nuestros hermanos evangélicos y a los “agnósticos” o “incrédulos”, porque sé que oraron con fe. Esa comunión se hizo agradable a Dios.
Pero, por sobre todas las cosas, mi cura se debe a que Dios obró en mí. A su amor y bondad le pertenece el milagro.
Infinitamente más indigno, puedo decir como María: “El Señor hizo en mí maravillas”.
Sigamos orando con fe por nuestros enfermos.
Un abrazo en Cristo por el amor de María.
Ernesto

jueves, 13 de noviembre de 2008

ORACIÓN DE UN ANCIANO

Señor, Tú sabes mejor que yo, que estoy envejeciendo.
No permitas que me haga charlatán y, sobre todo, que no adquiera el hábito de creer que tengo que decir algo sobre cualquier tema, en cada ocasión.

Líbrame de las ansias de querer arreglar la vida de los demás.
Que sea pensativo pero no taciturno; solícito pero no mandón.
Con el vasto acopio de sabiduría que poseo, parece una lástima no usarla toda, pero tu sabes, Señor, que quiero que me queden algunos amigos al final…

Mantén mi mente libre de la recitación de infinitos detalles del pasado. Dame alas para ir derecho al grano.
Sella mis labios para que no hable de mis achaques y dolores…

De la revista “Vida Cristiana”

jueves, 23 de octubre de 2008

PARA LLORAR


Cada día nos enfrentamos con la necesidad de defender nuestros valores cristianos, pero más que nada de defender la vida.
En la India y en otros países, en este siglo XXI, la intolerancia ha llegado ya a la pérdida de vidas y bienes de los cristianos, sean católicos o protestantes. En Francia se ha avanzado “más ecuménicamente” prohibiendo el uso público de todo símbolo religioso.
¿Cuánto tardará nuestro país en igualar esos “progresos” de la humanidad? Quizás no mucho, si es que no tomamos conciencia de nuestra responsabilidad.
En este video que tenés que animarte a ver se demuestra que ante la agresión de algunos "progresistas", siempre habrá quienes están dispuestos a darlo todo para demostrar en qué creemos. Pasó frente a la catedral de Neuquén el 17 de agosto de este año, pero yo recién me enteré (¡Qué informados que estamos los argentinos!)
Pero aparentemente no todos los católicos procedieron de la misma manera, según cuenta este joven que es reporteado casi dos meses más tarde por aciprensa.

Cuando termines de leer esta entrada, triste por un lado pero esperanzado por otro, hacé una oración por los mártires cristianos del mundo.

martes, 14 de octubre de 2008

ALGO MÁS DE HOUSTON


En la Iglesia de San Cirilo en Houston, Texas, hay dos misas semanales en español. por eso, lo que nosotros llamamos "La Hojita del Domingo", es bilingüe.
Si querés darle una hojeada, hacé clic aquí.

lunes, 13 de octubre de 2008

¿EN QUÉ CREEN OTROS CREYENTES?

Muchas veces repito una frase que no siempre se entiende: “Quien cree en un solo dios, cree en el único Dios

Si bien puede parecer algo temeraria e indeferentista, está basada en dos documentos del Concilio Ecuménico Vaticano II: el decreto “Unitatis Redintegratio”(UR), referido al ecumenismo, y la declaración “Nostra Aetate” (NA) que trata de las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas.

Con respecto al Unitatis Redintegratio, queda claro que las Iglesias Cristianas creen en el mismo Dios y creo que ninguno de nosotros duda de eso. Y la coincidencia va más allá:

se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo” (UR, 1) e invocan al Dios Trino y confiesan a Jesucristo como Señor y salvador (ibid)

En Nostra Aetate se proclama que

Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos, hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que será iluminada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarán bajo su luz. (NA, 1)

Y recuerda que

La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres.” (NA, 2)

De las diferencias, algunas no muy sutiles, quizás nos ocuparemos en otra entrada. Ahora quiero resaltar la unidad en Dios, salvando las diferencias en la devoción.

No debemos olvidar aquello del buen samaritano cada vez que nos encontramos con hermanos de otras religiones, pero también tener en cuenta que la Iglesia Católica

Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn., 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas. (NA, 2)

... Y gozar de la Eucaristía, la mayor de las diferencias, pero que debe limar todas las demás.

martes, 7 de octubre de 2008

¿QUÉ PODREMOS DARTE?

En esta hora ya no tenemos rey, ni profeta , ni jefe; no podemos ofrecerte víctimas, sacrificios, ofrendas ni incienso. No tenemos un lugar en que presentarte las primicias de nuestras cosechas y así conseguir tu favor.
Pero, a lo menos, que al presentarnos con alma contrita y espíritu humillado te seamos agradables, más que cuando íbamos con carneros y becerros consumidos por el fuego y con miles de gordos corderos.
Daniel 3, 38-39

viernes, 26 de septiembre de 2008

EL CREDO "COMPARADO"

En el primer concilio de Nicea (año 325) se aprobó el credo que define al Hijo como consustancial con el padre, adoptado como postura oficial de la Iglesia con respecto a la divinidad de Cristo.

En el primer concilio de Constantinopla (año 381), se reafirmaron las resoluciones adoptadas en el primer concilio de Nicea y se definió al Espíritu Santo como consubstancial y coeterno con el Padre y el Hijo en la Santísima Trinidad



Credo de los Apóstoles

Credo de Nicea-Constantinopla

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra.

Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en Jesucristo, su único Hijo,

Nuestro Señor,

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,

que fue concebido por obra y gracia del

Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen;

y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;

padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos

y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado,

al tercer día resucitó de entre los muertos,

y resucitó al tercer día, según las Escrituras,

subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.

y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;

Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a, vivos y

muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,

Creo-en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

la santa Iglesia católica,

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

martes, 12 de agosto de 2008

MARKETING



















Todos sabemos que los estadounidenses son los maestros del marketing. Lo que quizás no imaginamos es que hasta nuestra Iglesia usa esa técnica para atraer fieles. En la foto vemos un cartel de una de las pocas Iglesias Católicas de Houston (Texas) Todas las semanas cambian la frase. Ésta dice: "Se siente perdido?, entre por indicaciones"

Colaboración de Patricia Rodríguez, desde Houston

martes, 29 de julio de 2008

LOS SALMOS


Los salmos son cantos litúrgicos que no siempre son apreciados en todo su esplendor. Pero eso no se debe a nuestra incapacidad ni a la aridez de los mismos salmos.
No todos los salmos son iguales. Los hay de alabanza, de agradecimiento, de arrepentimiento. Sin embargo en nuestras lecturas de la misa, el salmo es un pequeño intervalo entre las otras lecturas, que leemos en forma monótona y monocorde.
Cada tanto, alguien canta el salmo de la misa y recién entonces lo apreciamos y nos eleva al Señor, alegrándonos el corazón.
Lo que sucede es que el salterio fue escrito en otro idioma, con otra métrica y otras costumbres.
Por eso es elogiable la tarea de Mamerto Menapece que lo transformó en cantos criollos, con nuestros tradicionales octosílavos. No es sacrilegio, como algún fundamentalista podría suponer, sino es traducir a nuestro tiempo lo que Dios ordenó escribir hace tres mil años.

El salmo 22 (23) es uno de los más bellos y conocidos. En él se nos habla de un pastor que nos unta con óleo. Es la comparación con un Dios que comparte con nosotros lo mejor. ¿No es acaso el tropero que nos convida su churrasco?
Dice el Salmo de David:

1 El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.

2 Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas

3 y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.

4 Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.

5 Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.

6 Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

Dice el criollo:
1 El señor es mi tropero
no sufriré la apretura,
porque en la verde llanura
Él me llevará a pastar,
y mi sed iré a calmar
al jagüel de su frescura

2 Él me arrea por su huella
y en ello pone su honor,
ya no sentiré temor
aunque me encuentre perdido,
porque al sentir su silbido
se me alegra el corazón.

3 Él me invita a su churrasco
y me trata como amigo,
y aunque rabie mi enemigo
al verme en tal compañía,
Él me muestra cortesía
y me hace beber consigo.

4 Como gaviota al arado
me seguirá su bondá,
hasta el día en que vendrá
para llevarme a su estancia
a vivir en la abundancia
por toda la eternidad.

¿No suena más lindo? Pero dice lo mismo.

Te invito a leer el Libro de Menapace* y compararlo con tu Biblia. Vas a ver que los salmos no te van a sonar tan aburridos.

* Salmos Criollos. Editora Patria Grande

domingo, 27 de julio de 2008

EL PUENTE


Para librarte de tí mismo,
lanza un puente
más allá del abismo de la soledad
que tu egoísmo ha creado.
Intenta ver más allá de tí mismo.
Intenta escuchar a algún otro,
y sobre todo
prueba en esforzarte por amar
en vez de amarte a tí solo...
Si quieres ser,
perdona que te lo diga,
tienes que librarte ante todo
del exceso de poseer
que tanto te llena,
de pies a cabeza.

Dom Helder Cámara
("Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista.")

sábado, 26 de julio de 2008

SECTAS

Muchos católicos practicantes, se encuentran en verdaderos aprietos cuando algún hermano separado o algún integrante de las numerosas sectas existentes, nos recriminan la “adoración de imágenes que hacen los católicos” o el bautismo a los niños, o el culto a los santos.
La falta de formación de que adolecemos suele dejar sin respuesta al sorprendido católico, apabullado por los “conocimientos” que exhiben sus visitantes.
Este blog ha explicado o explicará algunas de esas dudas, pero como regla general conviene advertir algunas cosas.
1.- Que no sepamos algo, no significa que la razón la tengan los otros. Sólo deja en claro nuestra ignorancia.
2.- Si no nos sentimos capaces de entablar un debate fecundo, no lo encaremos apelando a nuestra imaginación o a “lo que me parece”. Si por amabilidad debemos atender a nuestro “contrincante”, confesémosle nuestra ignorancia pero pongamos en claro nuestra fe. Eso los desarma, porque están preparados para discutir con “razones” y no con espiritualidad.
3.- Tengamos en cuenta que los “conocimientos” de que alardean, no siempre son reales. Claro está que hay quienes se basan en un estudio serio que han hecho de las Escrituras, pero en la mayoría de los casos se trata de lo que yo llamo ignorantes adoctrinados: gente que fue instruida convenientemente en algunos puntos destinados a la controversia y a demostrar que lo que nosotros creemos es falso. Si preguntamos cosas citando inocentemente partes del Evangelio que contradicen su prédica, nos apabullarán buscando otras citas que tienen preparadas, pero jamás nos responderán sobre significado, contexto histórico, etc. de lo que preguntamos.
4.- Ellos no vienen a debatir sino a convencernos y están ardorosamente preparados para eso. No intentemos convencerlos. Pero su prédica puede servirnos. Tomemos nota de nuestras dudas y luego preguntemos o investiguemos sobre lo que dice la Iglesia sobre el tema. Es una forma de aprender lo bueno cuando nos vienen a predicar lo malo. Si, como acostumbran, sus visitas se hacen habituales, vamos a ir adquiriendo una cantidad de conocimientos que cada vez se opondrán más a lo que nos traen. Hasta que llegará el momento en que repentinamente dejarán de venir.
5.- La fe no se adquiere por la razón, pero no es contraria a ella. Por eso, todos los conocimientos adquiridos reforzarán la fe y nos darán más herramientas para evangelizar y catequizar. Nunca busquemos conocimientos para ganarle a los que profesan otra fe, sino para reforzar la nuestra.
6.- Si dialogamos con otras religiones o sectas, busquemos siempre lo que nos une y no lo que nos separa. Pongamos esa premisa como condición previa al diálogo. Si el otro no lo acepta, cortemos toda relación.
7.- No olvidemos que la oración es la mejor herramienta que tenemos para afirmar nuestra fe. No dejemos de rezar para que el Espíritu Santo nos ilumine y que Nuestra Madre nos proteja de todo lo que quiere alejarnos de la Santa Iglesia Católica.

Y como un otrosí, debo decir que, así como procuro defenderme de los ataques de otras religiones, también desconfío de aquellos católicos –cualquiera sea su jerarquía– que en lugar de argumentar con razones o espíritu de verdad, sólo se ocupan de descalificar al otro o censurar argumentos porque consideran que los demás no están preparados para recibirlos. ¡Que nos proteja Dios de tales defensores de nuestra Iglesia!

jueves, 24 de julio de 2008

ORACION



Señor: Creo, pero aumenta mi fe.
Líbrame de razonamientos estériles y
enséñame a creer sin ver.
Haz que yo pueda aprender a través del
estudio teológico todo lo que Tú
deseas enseñarme, pero que no olvide, Señor,
que es en la oración donde puedo conocerte
mejor y aprender mucho más que en todo lo
que pueda leer y estudiar.
Que recuerde que, siendo Tú, Señor, fuente de
toda sabiduría y verdad, es en la unión
contigo a través de la oración sincera y
asidua, como llegaré a la verdad y obtendré
la sabiduría.

viernes, 11 de julio de 2008

¿HAY VARIAS BIBLIAS?


En un foro católico de discusión, se hace una pregunta: “La Biblia "REINA VALERA" ¿Es fiable?”
Yo he hecho mi aporte, que hoy publico algo modificado para adaptarlo a este blog.
Cómo surge la “Reina-Valera”.
Brevemente, para ilustración de los menos preparados y para recordatorio y resumen de los más, vamos a decir que la traducción al castellano de la Biblia, se inicia en los albores de nuestro idioma, por encargo del rey castellano Alfonso X. Esas traducciones, tomadas de la Vulgata (versión latina de San Jerónimo) no tuvieron difusión debido, sobre todo, a que las lecturas por aquel tiempo se hacían de la Vulgata, que para la Iglesia era la única canónica.
Con la Reforma de Martín Lutero, se inician las traducciones a idiomas vernáculos. Casiodoro de Reina (1520-1594), declarado heresiarca por la Iglesia Católica, publica en 1569 su versión en castellano. Además de los libros que hoy tiene la Biblia protestante, contiene como apéndice, los llamados “deuterocanónicos”.
En 1602, aparece una versión de la Biblia de Reina, corregida por Cipriano de Valera (1532-1602), amigo y compañero de exilio de Casiodoro de Reina (ambos habían sido monjes en San Isidro, Sevilla). En esta edición ya no aparecen los deuterocanónicos.
Desde entonces, la llamada Reina-Valera, con sucesivas modificaciones, es la Biblia que utilizan las Iglesias derivadas del protestantismo (Evangélicas, Adventistas, anabaptistas, etc)
Uso y abuso
Tengo una Reina-Valera desde hace muchos años, ya que fue la primera Biblia "completa" que tuve (Antiguo y Nuevo Testamento), porque mis recursos económicos no me daban para comprar una católica (a la protestante casi la regalaban).
Actualmente la uso para comparar lecturas de las católicas que tengo y, salvo el lenguaje antiguo que utiliza, no he encontrado diferencias de fondo. Me resulta muy útil para hablar con evangélicos y hacerles ver que en nada contrariamos a la Palabra de Dios. Porque, contrariamente a lo que ellos creen, el basarnos también en la tradición no significa que obviemos la Palabra. Esos diálogos pueden resultar muy interesantes, siempre que busquemos lo que nos une y no lo que nos separa, ya que no debemos olvidar que ellos también son cristianos (aunque ellos no piensen lo mismo de nosotros y se erijan como los únicos cristianos).
Pero, atención: no debo decir lo mismo de algunas sectas, como los testigos de Jehová, que han hecho una "traducción" propia con sutiles modificaciones, casi imperceptibles, que hacen variar violentamente el sentido. En esas "biblias" se descubre el politeismo que profesan.
Como ejemplo, hago mención a Juan 1, 1
Dice la Biblia católica:
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.

Dice la Reina-Valera:
En el principio era el Verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios.

Dice la biblia de los Testigos de Jehová:
En (el) principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era un dios.
Ese "dios", escrito con minúscula. Es decir que es otro dios.
Buscando en otras partes de esa biblia (adrede lo escribo con minúscula) descubrí que los Testigos de Jehová creen en Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero como tres dioses distintos. Lo mismo pasa con los Mormones o "Iglesia de los Santos de los Últimos Días". que creen que Jehová es el dios que le tocó a este mundo, pero que hay otros dioses para otros mundos. Pero los mormones son más astutos. No hicieron su propia Biblia: utilizan la Reina-Valera, pero cuando uno les hace ver una contradicción entre la Escritura y lo que predican, contestan: "mala traducción". y comparan con "El Libro de Mormón" un escrito ininteligible que se presta para cualquier cosa, como que originalmente estaba escrito en "egipcio modificado", un idioma que nadie conoce ni conoció y que el ángel Moroni se llevó al cielo una vez traducido.
Creo que si el católico tiene dudas, debe utilizar sólo las versiones católicas de la Biblia, pero si tiene una formación y fe adecuadas, no le hará mal incursionar en otras lecturas.
Por qué faltan libros
No es objetivo de esta entrada ahondar sobre la diferencias entre las distintas versiones bíblicas, pero podemos hacer una breve mención al motivo de esas diferencias.
Una vez producida la dispersión de los judíos a causa de los destierros que sufrieron, era más que lógico que la liturgia y las lecturas se adaptaran a los tiempos y a los países que fueron ocupando. Por eso, entre los años 250 y 150 aC, la Biblia se tradujo al griego, la lengua culta de la época. Esa versión fue llamada “septuaginta” o “versión de los setenta”.
Es casi seguro que es la época de Nuestro Señor Jesucristo, los libros deuterocanónicos eran considerados inspirados, pero a finales del siglo I, el Judaísmo estableció como requisitos para que los libros fueran considerados sagrados, que hubiera una copia del libro en cuestión que se supiera que fue escrito antes del año 300 a. C., que esa copia estuviera escrita en hebreo o en arameo y que tuviera un mensaje considerado como inspirado. Como regla práctica para determinar la antigüedad era que las copias "debían manchar los dedos"
Dadas estas consignas, muchas veces de interpretación subjetiva, quedaron fuera del canon varios libros a los que se denominó apócrifos, pero que a partir del siglo XVI la Iglesia llamó “deuterocanónicos” (etimológicamente: segunda lista)
Cuando a san Jerónimo se le encargó la Vulgata, utilizó en primer término la Versión de los LXX, pero luego supuso con buen criterio, que era preferible basarse en los originales hebreos. Lamentablemente, en el siglo IV en que vivió Jerónimo, ya habían desaparecido originales que habían tenido a la vista los griegos que hicieron la primera traducción (cosa que seguramente también le pasó a los judíos que decidieron reestablecer la escritura en el siglo I) por eso excluyó los libros cuestionados.
Sin embargo, los concilios de Hipona y de Cartago los aceptó como inspirados, decisión que Jerónimo acató.
El hecho de que Jerónimo aceptara los criterios de canonicidad conciliares, no se debía a una obediencia ciega, sino a que él mismo había expresado sus dudas con respecto a los criterios que utilizó para determinar cuáles eran canónicos y cuales apócrifos.
Digamos que ni los judíos ni los protestantes han uniformado sus opiniones y las distintas divisiones internas de esas religiones, tienen definiciones dispares. Pero ninguno afirma que los “apócrifos” o “deuterocanónicos” son contrarios a la fe y por eso los utilizan en sus estudios bíblicos.
Número de Libros en las Biblias
Las Biblias "Católicas" y "Ortodoxas" tienen 73 libros.
Antiguo Testamento: 46 libros
Nuevo Testamento: 27 libros

Las Biblias "Protestantes" tienen 66 libros:
Antiguo Testamento: 39 libros
Nuevo Testamento: 27 libros
No tienen los siguientes libros del Antiguo Testamento:
Históricos: Tobías, Judit, 1 Macabeos, 2 Macabeos, y parte de Ester
Sapienciales: Sabiduría de Salomón, Eclesiástico de Ben Sirac.
Proféticos: Profeta Baruc, y parte de Daniel.
Conclusión
Si tenemos en cuenta que, de la Vulgata, Casiodoro de Reina hizo la primera versión castellana, que luego fue corregida por Cipriano de Valera y que de allí surgieron el sinfín de versiones que existen actualmente, podríamos inferir lo dificultoso que nos ha de resultar saber qué se quiere decir con cada una de las palabras que han sido traducidas al idioma corriente. Sin embargo los católicos contamos con una invalorable e insoslayable ayuda: el magisterio de la Iglesia. No podemos leerla sin tenerlo en cuenta.
Las iglesias protestantes, en cambio, no tienen ese aporte, porque desde la Reforma, se han dividido infinidad de veces y los criterios de interpretación son tan dispares como denominaciones han tomado a través de los años y de los países. Por ello algunos hermanos evangélicos han decidido que "la Biblia dice lo que me dice a mí", que si bien tiene algo de cierto en lo que respecta al individuo, significa una dispersión en lo comunitario.

martes, 1 de julio de 2008

LA NADA Y EL DIOS CREADOR






A veces me he cuestionado si la nada es algo. Escribí una vez por ahí que “la nada también es algo: es el vacío, es una palabra, es…nada”.

El genial poeta español Antonio Machado, escribe:
Dijo Dios: “Brote la Nada”
y alzó su mano derecha
hasta tapar su Mirada.
Y quedó la Nada hecha.

De esa perfecta cuarteta podemos sacar un sinfín de conclusiones.
Si la Nada es algo, tiene que haber sido creada por Dios. Y no por casualidad o como consecuencia del resto de la Creación. La nada no puede ser un residuo del universo. Para que algo sea creado se necesita la Voluntad de Dios (Brote la nada) y una acción creadora (alzó su mano derecha).
La otra conclusión que saco es que nada hay que Dios no mire o, inversamente, que la Nada es lo que Dios no mira, la ausencia de Dios. (¿Es posible?)
¿Será que en la Biblia, en el relato de cuando Adán y Eva querían esconderse de la mirada de Dios, habrán querido darnos una alegoría de la nada?

domingo, 29 de junio de 2008

CRÓNICA DE UNA MENTIRA.


No es intención de esta columna reflejar los hechos de actualidad, sino que trata de rescatar valores atemporales que puedan ser leídos más allá de lo que corresponde a la crónica informativa.
Sin embargo, no podemos pasar por alto algo sucedido no hace tanto, más exactamente en febrero del año pasado, en ocasión de publicarse la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis del Papa Benedicto XVI.
Los comentarios, despectivos y hasta agraviantes, partieron desde toda clase de personas que dejaron en claro que no habían leído el documento, sino que se basaban en otros comentarios previos, lanzados con desparpajo, con un aparente propósito descalificador.
Las falsas afirmaciones publicadas en la prensa tuvieron también su reflejo en los foros de internet donde se multiplicaban los comentarios de los comentarios, en un evidente sofisma no convenientemente rebatido. Como continuamente se actualizan esas “voces justicieras” creo conveniente hacerlo ahora.

La simpatía o antipatía que tengamos por la figura del papa o por su significado político social y religioso, no debe hacernos perder la objetividad cuando analizamos sus acciones.
Lo cierto es que, hasta ahora, el actual pontífice no se ha apartado un ápice de lo predicado por sus antecesores, incluyendo a Juan Pablo II. Es más, como es usual, los cita permanentemente.
La mayoría de los comentaristas se han indignado por el hecho (luego veremos que es falso) de que se propone dar la misa en latín, suprimir el beso de la paz y eliminar las canciones. Lo paradójico es que se han dado a opinar los que son no creyentes y menos aún practicantes del culto católico, es decir, los que no van ni irán a misa o sea que, si esas supuestas disposiciones fueran reales, jamás los afectarían a ellos. Creo, en primer lugar, que habría que recomendarle la lectura de la dedicatoria que sigue al título del documento: “Al episcopado, al clero, a las personas consagradas y a los fieles laicos”. Como se ve, sus disposiciones no le competen ni están obligados a cumplirlas. Nadie les quita el derecho a opinar pero, antes de hacerlo, sería bueno que siguieran leyendo lo que dice el extenso texto.
Para ahorrarles el paseo por los 97 parágrafos y las 256 notas al pie, vamos a transcribir y a comentar lo que más les ha preocupado. No creo que sirva a los que intencionadamente han lanzado estas falsedades, pero sí a quienes de buena fe las han creído y divulgado.
Será importante saber que el papa no hizo esa exhortación “de puro tirano nomás”, como diría Jauretche, sino que se refiere a lo resuelto por la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada del 2 al 23 de octubre de 2005 en el Vaticano.
Pero veamos los 3 temas que tanto preocupan:
1.- Volver a la misa en latín.
Dice el parágrafo 6:
... pienso en las celebraciones que tienen lugar durante encuentros internacionales, hoy cada vez más frecuentes. Éstas han de ser valoradas debidamente. Para expresar mejor la unidad y universalidad de la Iglesia, quisiera recomendar lo que ha sugerido el Sínodo de los Obispos, en sintonía con las normas del Concilio Vaticano II: exceptuadas las lecturas, la homilía y la oración de los fieles, sería bueno que dichas celebraciones fueran en latín; también se podrían rezar en latín las oraciones más conocidas de la tradición de la Iglesia y, eventualmente, utilizar cantos gregorianos. Más en general, pido que los futuros sacerdotes, desde el tiempo del seminario, se preparen para comprender y celebrar la santa Misa en latín, además de utilizar textos latinos y cantar en gregoriano; se procurará que los mismos fieles conozcan las oraciones más comunes en latín y que canten en gregoriano algunas partes de la liturgia.

Este artículo no hace más que ratificar lo expresado por el Concilio Ecuménico Vaticano II en su Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia. Se debe recordar que el idioma oficial de la Iglesia Católica es el latín y siempre un idioma da unidad a los grupos, ya sean étnicos, sociales, políticos o religiosos. Véase especialmente que no se habla de dar siempre la misa en latín, sino sólo en los encuentros internacionales. Es menos de lo que pide el Concilio, ya que éste dice que en todos los países, en las iglesias donde se celebran varias misas diarias, al menos una se diga en latín. Esto tiene por objeto que cualquier católico que viaje por el mundo encuentre unidad en la liturgia.
La segunda parte del artículo no habla más que de cuestiones prácticas: si se ha de tratar de que el idioma produzca una universalidad en el rito, es lógico que quienes lo practican tengan conocimiento de él, en mayor o menor medida, de acuerdo a su intervención en la liturgia. Nótese además que el Papa no impone una norma, sino que sólo dice “sería bueno que...”
¿Queda respondida la inquietud? Esos que estaban tan preocupados pueden concurrir tranquilos a la misa dominical y la van a comprender perfectamente.

2.- Suprimir el beso de la paz.
Volvemos al documento a que hacemos referencia y leemos en el parágrafo 49:
La Eucaristía es por su naturaleza sacramento de paz. Esta dimensión del Misterio eucarístico se expresa en la celebración litúrgica de manera específica con el rito de la paz. Se trata indudablemente de un signo de gran valor. (...) Por ello se comprende la intensidad con que se vive frecuentemente el rito de la paz en la celebración litúrgica. A este propósito, sin embargo, durante el Sínodo de los Obispos se ha visto la conveniencia de moderar este gesto, que puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. Sería bueno recordar que el alto valor del gesto no queda mermado por la sobriedad necesaria para mantener un clima adecuado a la celebración, limitando por ejemplo el intercambio de la paz a los más cercanos.
En una nota al pie advierte:
he pedido a los Dicasterios competentes que estudien la posibilidad de colocar el rito de la paz en otro momento, por ejemplo, antes de la presentación de las ofrendas en el altar.

Creo que con esto que da resuelto ese otro gran cuestionamiento. Podemos seguir yendo a misa y dándonos el saludo de la paz. Sólo trataremos de no dispersarnos para no perder la concentración en ese momento que sucede casi inmediatamente después de la consagración (momento cúlmine de la misa) y antes de la comunión, es decir con la presencia misma del Señor en el altar.

3.- Eliminar las canciones.
Dice el parágrafo 42 que el canto litúrgico desempeña un papel importante y cita a san Agustín: “El cantar es función de alegría y, si lo consideramos atentamente, función de amor”
Los cantos gregorianos –sepa quien no lo sabe– dan a las celebraciones un tono de recogimiento y elevación que no es fácil obtener con los cánticos comunes, aunque estos tienen la belleza de lo coloquial y una representación mayor de la comunidad que los entona. Dice Benedicto XVI en el mismo documento:
La Iglesia, en su bimilenaria historia, ha compuesto y sigue componiendo música y cantos que son un patrimonio de fe y de amor que no se ha de perder.(...) Por consiguiente, todo —el texto, la melodía, la ejecución— ha de corresponder al sentido del misterio celebrado, a las partes del rito y a los tiempos litúrgicos. (...)Finalmente, si bien se han de tener en cuenta las diversas tendencias y tradiciones tan loables, deseo, como han pedido los Padres sinodales, que se valore adecuadamente el canto gregoriano como canto propio de la liturgia romana.

Y como vimos en el punto 1, tampoco impone la norma, sino que dice textualmente: “se podrían, eventualmente, utilizar cantos gregorianos”
No se si esta nota logrará alentar a aquellos que no se animaban a ir a misa por temor a no entenderla, pero quizás recuperen la paz que habían perdido. Dóminus vobiscum.

TODOS EN LA MISMA BOLSA


Los valores trascendentes que la Iglesia católica defiende hace siglos, están siendo degradados de tal manera que, a veces, decir que uno es católico es exponerse a ser calificado de reaccionario, cuando no de enemigo de la sociedad.
Si alguien ataca a un integrante de la comunidad judía, sale todo un ejército de periodistas, abogados, funcionarios, etc. etc., a acusar de antisemitismo a quien lo hace, al que puede caberle una sanción penal. Y está bien que así suceda. Porque nadie debe ser atacado o injuriado en razón de su fe. Pero los católicos podemos ser insultados impunemente, tanto en nuestra persona como en nuestro papa o en el mismo Cristo Jesús, sin que la INADI ni juez o fiscal alguno inicie un proceso o diga al menos una palabra.
Para que quede en claro: no digo que esté mal que se defienda al judío, porque yo también lo hago, sólo pido un trato igual para nosotros los católicos.
Hay periodistas que para descalificar la Iglesia dicen simplemente: “La Iglesia no puede hablar porque durante la dictadura, había curas y obispos que bendecían a los que mataban y torturaban” y allí incluyen a todos: también a Angelelli, a Mugica, a De Nevares, a Hessaine. Es como si dijéramos: “El periodismo no puede hablar porque durante la dictadura, había periodistas que elogiaban calurosamente a los que mataban y torturaban”. Así estaríamos olvidando a los periodistas que murieron o desaparecieron y a los que tuvieron que exiliarse o dedicarse a otra actividad porque nadie les daba trabajo.
Como causa de este escenario podemos mencionar, por otro lado, la gran cantidad de personajes nefastos que también defienden –o dicen defender– esos valores. Como esos personajes tienen, por lo general, buena prensa, para el público poco avisado hay una relación hecho-causa. Prefiero no mencionar nombres muy en boga en éstos últimos tiempos y definir lo que digo con el siguiente sofisma: Drácula afirma que dos más dos son cuatro, Drácula es un vampiro, ergo: todos los que dicen que dos más dos son cuatro, son vampiros.
Debemos reconocer, por otra parte, que algunos de esos personajes nefastos se encuentran en el mismo seno de la Iglesia. Entonces, en una suerte de sinécdoque en la que se toma la parte por el todo, se olvidan los cientos de curitas de pueblo que no sólo acompañan a su gente en el sufrimiento, sino que padecen ellos mismos el sufrimiento provocado por la necesidad, la soledad, el abandono; se olvidan los obispos que participan activamente en la vida social y política, interpretando el sentir popular; se olvidan las religiosas y religiosos que elevan el sentimiento profundo de su fe, hacia la construcción de un mundo mejor, más humano y más solidario; se olvida a los miles de laicos que trabajan en la formación, el apoyo y el sustento diario de los más humildes. En pocas palabras: se olvida que Iglesia somos todos.
En ese “somos todos”, debemos incluir lo malo y lo bueno. Porque así como destacamos a los que ostensiblemente muestran al mismo tiempo una pregonada adhesión a la Iglesia y una acción incompatible con ella, también debemos mirar en el interior de nosotros mismos, aunque no seamos personajes públicos.
Porque no siempre actuamos como decimos que hay que actuar. No siempre traducimos en hechos la obligación que tenemos como cristianos. “Muéstrenme sus obras y yo veré su fe” nos dice el apóstol Santiago. No siempre nuestra fe se demuestra con obras. Dicho de otra manera: a veces los ataques que recibimos son por nuestra culpa
Esas obras no necesitan ser grandes. Responder con una sonrisa al mal trato del otro, llevar una palabra de aliento al descorazonado, escuchar al que se siente solo, son acciones que valen tanto como levantar un monumento. Claro que, aunque no lo parezca, son más difíciles de llevar a cabo.
Como vemos, la defensa de la Iglesia está en nuestras manos. Bastará con mirarnos por dentro con la luz de la fe, los demás mirarán las obras que hagamos en consecuencia. Dios nos mirará a los ojos y nos llamará por nuestro nombre. Y eso vale no sólo para los cristianos sino para todos los seres humanos

Quizás estas líneas sean una inutilidad ya que nuestra mayor defensa está dada en ver las capillas católicas que deben ser ampliadas porque no dan abasto para albergar a la gran cantidad de personas que concurren a las misas dominicales, en los millones de fieles que caminan en las cientos de peregrinaciones que se hacen anualmente y en la infinita cantidad de padres que piden los sacramentos para sus hijos.