jueves, 14 de mayo de 2009

BUSQUEMOS A NUESTRO GUÍA

La iglesia oriental, especialmente la rusa, utiliza la figura del starets o guía espiritual, que desempeña su función como consejero y maestro en monasterios ortodoxos.
Tal vez su utilización fuera conveniente implantarla también en nuestra civilización tan “occidental y cristiana”.
El término starets deriva de "viejo" en eslavo, un término tan devaluado entre nosotros. Seguramente no sería fácil aceptar que un viejo nos diga cómo tenemos que proceder, especialmente si aceptamos lo que dicen muchos maestros rusos, que hay que recurrir a un maestro experimentado y seguir sus consejos con un espíritu de sumisión total.

Ser discípulo implica la fe en el otro, impensable sin el amor. Saber que todo lo que el otro dice y hace es por mi bien, no importa que se equivoque.
Tu mente ordena a tu cuerpo y tu cuerpo obedece porque no tiene la capacidad de razonar, sólo actúa. La mente ya ha razonado convenientemente para que la acción a emprender sea para el bien del todo (cuerpo, mente y alma)
Mi guía me ordena y yo actúo, porque es la mente de mi guía la que se lo ordena a mi cuerpo y a mi mente. (Esto si es llevado al extremo).
Es un ejercicio más que importante porque enseña al discípulo la humildad, la obediencia, la fe. Lo encarrila por cauces donde está menos presente el apetito personal que su propio bien. Abandona su cuerpo y su alma en manos de quien confía, como tendrá que abandonarlo cuando alcance la beatitud celestial. Más que un ejercicio es un entrenamiento.
Y para el guía es también una prueba y un trabajo que lo eleva. Nunca lo puede ensoberbecer. En primer lugar porque estará presente en él siempre el amor: del y al discípulo. Segundo porque le enseñará la humildad al obedecer al discípulo que, en cierta forma, “le ordenó” ser su guía. Le dará la fe en sí mismo, necesaria para llevar a cabo su misión y fe en el discípulo, que va a entregarse en sus manos. Le enseñará a pensar más en el otro, le permitirá purificarse al ver en sí mismo los pecados que quiere eliminar en el discípulo y practicar las virtudes que va a “imponer” al discípulo.
Va a trabajar por el discípulo, para llevarlo a donde él mismo quisiera ir. ¿Querés más humildad que esa?

Hasta hace muy poco, en el campo se solía pedir la bendición a los mayores antes de salir. ¿Seremos capaces de retomar el antiguo camino de pedir consejo y guía a los viejos?
Al menos para nuestra vida espiritual.
Porque la otra…