lunes, 11 de abril de 2011

LA PRUDENCIA.

LA PRUDENCIA.
Se la llama “guía de todas las virtudes”.  También podríamos llamarla freno de las cosas buenas.
Porque, aunque parezca mentira, las cosas buenas –como podrían ser las virtudes– pueden tornarse en un inconveniente, en una torpeza, en algo que no se parezca en nada a una virtud.
Esto nos plantea un eterno dilema:
“¿Hay que decir SIEMPRE la verdad?
Es una trampa que se nos tiende muy a menudo.
Sólo LA PRUDENCIA puede resolver el dilema.
Pero ser prudente no significa ser mudo…ni ser timorato… ni ser cobarde.
Me vienen a la memoria unos versos de Francisco de Quevedo que no recuerdo si alguna vez publiqué en alguno de mis blogs pero que, de todas maneras no viene mal recordar. Como siempre, pido se me perdone cualquier error, porque escribo sin recurrir a ningún libro y sin guglear:


“No he de callar, por más que con el dedo,
Ya tocando la boca o ya la frente,
Silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿nunca se ha de decir lo que se siente?
Hoy, sin miedo que libre escandalice,
puede hablar el ingenio asegurado
de que poder mayor lo atemorice.
En otros tiempos pudo ser pecado
severo estudio y la verdad desnuda
y romper el silencio el bienhablado.
Pues sepa quien lo niega y quien lo duda
Que es lengua la Verdad del Dios severo:
Y la lengua de Dios nunca fue muda.”

Cuándo y como habremos de mover nuestra lengua, sólo puede decirlo la PRUDENCIA