Me preguntaba yo entonces, dónde está, en tal caso, la visita apostólica. Hasta que un día me encontré con una chacarera de Atahualpa Yupanqui y los hermanos Díaz. Digo “me encontré”, porque en alguna canción, infinidad de veces cantada o tarareada, uno descubre cosas que quizás no estuvieran en la intención del autor, pero que nos iluminan la vida.
Dice una estrofa de “La Olvidada”:
ni muy grande
ni muy chico,
pa’ darle un
poquito ‘e sombra
a los cansaos del camino”
Ese poquito de sombra es el descanso necesario para seguir en el camino. Nada más ni nada menos.
Nuestra palabra, diríamos, despojada de citas bíblicas o de esperanzas, está hablando por Dios y arrimando una esperanza.
A veces queremos hacer mucho, sin comprender que lo que se nos pide, lo que el otro necesita, es muy poco.
No debemos ser ni muy grandes ni muy chicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario