viernes, 15 de enero de 2010

COMER A CRISTO


Cuando nuestros hermanos evangélicos dicen cosas que podemos calificar de verdades, puede pasar que nos preguntemos dónde está nuestra diferencia con ellos. Muchas veces trato de explicar que no es que ellos estén equivocados en lo que dicen (al fin y al cabo se basan en la Palabra) sino que están incompletos.
En primer lugar porque creen en la subjetividad del Evangelio que “dice lo que a mi me dice”. Es decir, le falta el Magisterio y la Tradición, los otros dos pilares en que nos basamos los católicos.Quizás esto hasta podría pasar desapercibido si no fuera que les falta lo principal: la Eucaristía, la comunión con el Cuerpo mismo de Cristo, el comer su Carne.
Por ese motivo la recordación de la Última Cena que hacen, es sólo una borrosa foto de algo que pasó hace dos mil años.Para nosotros eso ocurre hoy, y el pan pasa a ser verdadero Cuerpo de Cristo y el vino verdadera Sangre de Cristo.
Es tan fácil explicar esto, que no entiendo porqué nuestros hermanos no lo ven aunque está dicho con todas las letras en el Evangelio:
"Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo."
Discutían entre sí los judíos y decían: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"
Jesús les dijo: "En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí." Juan 6, 51-57

No hay comentarios: