viernes, 29 de enero de 2010

LA PIEDAD POPULAR

Hay tres puntos claves en mi relación con la Iglesia: El Concilio Vaticano II, el documento de Puebla y el documento de Aparecida. A través de ellos se puede palpar
que es el Espíritu Santo quien guía a nuestros pastores, más allá de si se cumple o no se cumple todo lo que en esos documentos se dice.
Lo que dice en Aparecida sobre la piedad popular, habla sobre lo que vive en el alma de los simples y que sale a la luz en cada uno de los sacramentales o devociones que ofrecen a Dios.
Me han impresionado especialmente dos de los parágrafos que se refieren a las peregrinaciones (259-260), y he dudado entre transcribirlo en este blog o en el que tengo dedicado a la poesía.
Juzgue el lector. Pero, sobre todo, vívalo.
“Entre las expresiones de esta espiritualidad se cuentan: las fiestas patronales, las novenas, los rosarios y via crucis, las procesiones, las danzas y los cánticos del folclore religioso, el cariño a los santos y a los ángeles, las promesas, las oraciones en familia. Destacamos las peregrinaciones, donde se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Allí el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera.
Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres. La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio.También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual.
Allí, el peregrino vive la experiencia de un misterio que lo supera, no sólo de la trascendencia de Dios, sino también de la Iglesia, que trasciende su familia y su barrio. En los santuarios muchos peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas. Esas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos que millones podrían contar.”
Si es cierto que “para muestra basta un botón”, creo que este fragmento es suficiente como para entusiasmarnos a leer todo el documento.

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