viernes, 4 de mayo de 2012

MENTE CIENTÍFICA

Quienes han hecho de la razón su única fuente de conocimiento, no pueden admitir que haya un Dios creador. Para ellos no hay nada más irrazonable, ni más anticientífico, ni más ilógico. Y tienen razón. Lo que no tienen es fe. O, mejor dicho, tienen una fe irrazonable, anticientífica e ilógica. 
Ante el misterio del origen del universo, para la FE del científico, nunca es posible una creación. La respuesta es más sencilla: en el origen había un “algo” chiquito y lleno de energía, que un día explotó expandiéndose en un millonésimo de segundo hasta convertirse en las estrellas, los planetas, las nebulosas que conocemos y que no conocemos. ¿Cómo explotó? Eso no importa. Alguien habrá encendido un fósforo dentro de esa cosita llena de energía y… sabemos que la energía es altamente inflamable. 
Los científicos han descubierto también que el universo no ha dejado de expandirse. La mente del científico es incansable, por eso se pregunta por qué se expande. Y se responde: porque hay una fuerza oscura que separa los cuerpos. ¡Ahhh! ¡Ahora está todo claro! Algún caasI notweN habrá descubierto que la manzana que tenía sobre la cabeza ascendió hacia el árbol y calculó que, así como la fuerza de gravedad es igual al producto de las masas dividido el cuadrado de la distancia, la energía oscura es una fuerza gravitacional de carácter repulsivo que para calcularse necesitaría miles de pizarrones y toneladas de tiza.
 Ya se han hecho esos cálculos, descubriendo que esa fuerza es menor de lo que suponían, es infinitamente pequeña. 
Y podríamos seguir razonando estas sinrazones hasta descubrir que no descubrimos nada sobre el origen del universo. 
Quizás haga falta un poco más de lucubraciones científicas para llegar al Dios creador.


No hay comentarios: